Dentro de la Transdisciplinariedad resulta relevante el pensamiento de Edgar Morin. A continuación te recomiendo una página que tiene una serie de links para profundizar en algunos comentarios sobre el tema. Esto desde luego no sustituye la lectura directa de las obras de este pensador. http://www.transformacioneducativa.org/ligas-de-interes.asp
Buscando en la red encontré esta conferencia que ahora te comparto.
SOBRE LA INTERDISCIPLINARIEDAD
Edgar
Morin
Este trabajo de Edgar
Morin, publicado en el Boletín No. 2 del Centre International de
Recherches et Etudes
Transdisciplinaires (CIRET), sirvió de introducción y animación para la
organización del 1er.
Congreso Internacional de Transdisciplinariedad. En él se encuentran
definiciones,
distinciones y ejemplos que alumbran las diferencias y similitudes entre ínter,
multi
y transdisciplina.
Pero señala, tal vez, algo más importante y complejo: la necesidad de
ecologizar las ideas
y sus organizaciones.
La disciplina es una
categoría organizacional en el seno del conocimiento científico; ella
instituye allí la
división y la especialización del trabajo y ella responde a la diversidad de
los
dominios que recubren
las ciencias. Si bien está englobada a través de un conjunto científico
más vasto, una
disciplina tiende naturalmente a la autonomía, por la delimitación de sus
fronteras, la lengua
que ella se constituye, las técnicas que ella está conducida a elaborar o a
utilizar, y
eventualmente por las teorías que le son propias. La organización disciplinaria
fue
instituida en el
siglo XIX, particularmente con la formación de las universidades modernas,
luego se desarrolló
en el siglo XX con el impulso de la investigación científica; esto quiere decir
que las disciplinas
tienen una historia: nacimiento, institucionalización, evolución, dispersión,
etc.; esta historia
se inscribe en la de la universidad que a su vez está inscripta en la historia
de
la sociedad; de tal
modo que las disciplinas surgen de la sociología de las ciencias y de la
sociología del
conocimiento y de una reflexión interna sobre ella misma, pero también de un
conocimiento externo.
No es suficiente pues encontrarse en el interior de una disciplina para
conocer todos los
problemas referentes a ella misma.
VIRTUD DE LA ESPECIALIZACIÓN Y RIESGO
DE LA HIPERESPECIALIZACIÓN
La fecundidad de la
disciplina en la historia de la ciencia no ha sido demostrada; por una
parte ella opera la
circunscripción de un dominio de competencia sin la cual el conocimiento se
fluidificaría y devendría
en vago; por otra parte, ella devela, extrae o construye un objeto no
trivial para el
estudio científico: es en este sentido que Marcelin Berthelot decía que la
química
crea su propio
objeto. Sin embargo la institución disciplinaria entraña a la vez un riesgo de
hiperespecialización
del investigador y un riesgo de cosificación del objeto de estudio donde se
corre el riesgo de
olvidar que este es extraído o construido. El objeto de la disciplina será
entonces percibido
como una cosa en sí; las relaciones y solidaridades de este objeto con
otros, tratados por
otras disciplinas, serán dejadas de lado, así como también las ligazones y
solidaridades con el
universo del cual el objeto es parte. La frontera disciplinaria, su lenguajey
sus conceptos
propios van a aislar a la disciplina en relación a las otras y en relación a
los
problemas
que cabalgan las disciplinas. El espíritu hiperdisciplinario va a devenir en un
espíritu
de
propietario que prohibe toda incursión extranjera en su parcela del saber. Se
sabe que en el
origen la
palabra disciplina designaba un pequeño fuste que servía para autoflagelarse,
permitiendo
por lo tanto la autocrítica; en su sentido degradado la disciplina deviene en
un
medio de
flagelación a los que se aventuran en el dominio de las ideas que el
especialista
considera
como de su propiedad.
LA MIRADA EXTRA-DISCIPLINARIA
La
apertura es por lo tanto necesaria. Ocurre que aun una mirada naif de un
amateur,
ajeno a
la disciplina, aun más a toda disciplina, resuelve un problema cuya solución
era
invisible
en el seno de la disciplina. La mirada naif que no conoce evidentemente los
obstáculos
que la
teoría existente impone a la elaboración de una nueva visión, puede,
frecuentemente,
pero a
veces con razón, permitirse esta visión. Así Darin por ejemplo, era un amateur
esclarecido,
como ha escrito Lewis Mumford: "Darwin había escapado a esta
especialización
unilateral
profesional que es fatal para una plena comprensión de los fenómenos orgánicos.
Para este
nuevo rol, el amateurismo de la preparación de Darwin se reveló admirable.
Aunque
fuera a
bordo del Beagle en calidad de naturalista, no tenía ninguna formación
universitaria
especialista,
aun en tanto que biologista no tenía la menor educación anterior, salvo en
tanto
que
investigador apasionado de animales y coleccionista de coleópteros. Estando
entonces
exento de
fijación y de inhibición escolar, nada le impedía el despertar ante cada
manifestación
del
desarrollo viviente". De la misma manera el meteorólogo Wegener, observando
ingenuamente
la carta del Atlántico Sur remarcó que el oeste de África y el Brasil se
ajustaban
el uno
con el otro. Relevando las similitudes de fauna y de flora, fósiles y actuales,
de una parte
y de otra
del océano él había elaborado en 1912, la teoría de la deriva de los
continentes,
lógicamente
refutada por los especialistas por parecer teóricamente imposible, undenkbar, ha
sido
admitida cincuenta años más tarde particularmente después del descubrimiento de
la
tectónica
de las placas. Marcel Proust decía: "un verdadero viaje de descubrimiento
no es el de
buscar
nuevas tierras sino tener un ojo nuevo". Jaques Labyrie nos ha sugerido el
teorema
siguiente,
que sometemos a verificación: "Cuando uno no encuentra la solución en una
disciplina,
la solución viene desde afuera de la disciplina".
USURPACIÓN Y MIGRACIONES
INTERDISCIPLINARIAS
Si los
casos de Darwin y de Wegener son excepcionales, podemos decir muy
rápidamente
que la historia de la ciencias no es solamente la de la constitución y de la
proliferación
de las disciplinas sino también aquella de la ruptura de las fronteras
disciplinarias,
de la
usurpación de un problema de una disciplina sobre otra, de circulación de conceptos,
de
formación
de disciplinas híbridas que van a terminar por atomizarse, en fin, es también
la
historia
de la formación de complejas y diferentes disciplinas que van a ir sumándose a
un
tiempo
que aglutinándose, dicho de otro modo, si la historia oficial de la ciencia es
la de la
disciplinariedad,
otra historia ligada e inseparable, es la de la
Inter-trans-poli-disciplinariedad.
La
revolución biológica de los años cincuenta nació de la usurpación, contactos y
transferencias
entre disciplinas, en los márgenes de la física, de la química y de la
biología.
Son los
físicos como Schrödinjer que han proyectado sobre el organismo biológico los
problemas
de la organización física. Después, los investigadores marginales intentaron
descubrir
la organización del patrimonio genético a partir de las propiedades químicas
del ADN.
Podemos
decir que la biología celular ha nacido de un concubinato ilegítimo. Ella no
tenía
ningún
status disciplinario en los años cincuenta y no lo ha adquirido en Francia más
que
después
de los premios Nóbel de Monod, Jacob y Lwoff. Esta biología molecular,
entonces, se
autonomizó,
después tuvo tendencia a cerrarse y ella misma ha devenido imperialista, pero
como
dirían Changeux y Kipling es otra historia.
MIGRACIONES
Ciertas
nociones circulan y, a menudo, atraviesan clandestinamente las fronteras sin
ser
detectadas
por los aduaneros. Contrariamente a la idea, fuertemente extendida, que una
noción no
tiene más pertinencia que en el campo disciplinario donde ella ha nacido,
ciertas
nociones
migrantes fecundan un nuevo campo donde ellas van a enraizarse, aun al precio
de
un
contrasentido. B. Mandelbrot llega hasta a decir que "uno de los útiles
más poderosos de la
ciencia,
el único universal, es el contrasentido elaborado por un investigador de
talento". De
hecho, un
error en relación a un sistema de referencias puede devenir en una verdad en
otro
tipo de
sistema. La noción de información, emanada de la práctica social, ha tomado un
sentido
científico
preciso, nuevo, en la teoría de Shannon, después ella ha migrado a la biología
para
inscribirse
en el gen, allí ella se ha asociado a la noción de código, salido del lenguaje
jurídico,
que se ha
biologizado en la noción de código genético. La biología molecular olvida a
menudo
que sin
esas nociones de patrimonio, código, información, mensaje, de origen
antroposociomorfo,
la
organización viviente seria ininteligible.
Más
importante son los transportes de esquemas cognitivos de una disciplina a la
otra: así
Claude
Lévi-Strauss no hubiese podido elaborar su antropología estructural si no
hubiese
tenido
encuentros frecuentes en Nueva York en bares. Parece que con R. Jakobson habían
ya
elaborado
la lingüística estructural, más aún, Jakobson y Levi-Strauss no se hubiesen
reencontrado
si no hubiesen sido el uno y el otro refugiados de Europa, el uno habiendo
huido
algunos
decenios antes de la revolución rusa, el otro había abandonado la Francia
ocupada por
los
nazis. Innombrables son las migraciones de ideas, de concepciones, las
simbiosis y
transformaciones
teóricas debidas a las migraciones de científicos perseguidos de las
Universidades
nazis o stalinianas. Es la prueba misma que un antídoto poderoso al encierro y
al
inmovilismo de las disciplinas viene de grandes trastornos sísmicos de la
Historia (por lo
tanto los
de una guerra mundial), de trastornos y torbellinos sociales que al azar
suscitan
encuentros
e intercambios, los que permiten a una disciplina esparcir una simiente de
donde
nacerá
una nueva disciplina.
LOS OBJETOS Y PROYECTOS
ÍNTER Y POLIDISCIPLIINARIOS
Ciertas
concepciones científicas mantienen su vitalidad porque se oponen al encierro
disciplinario.
Así es en la historia de la Escuela de los Anales que es ahora extremadamente
honrada
después de haber ocupado un lugar marginal en la Universidad. La historia de
los
Anales se
constituyó en y por ella operó una penetración profunda de la perspectiva
económica
y
sociológica en la historia, después una segunda generación de historiadores
incorporó
profundamente
la perspectiva antropológica, como lo testimonian los trabajos de Duby y Le
Goff
sobre la Edad Media. La historia así fecundada no puede ser más considerada
como una
disciplina
stricto sensu, es una
ciencia histórica, multifocalizada, polidimensional, donde las
dimensiones
de las otras ciencias humanas se encuentran presentes y donde la perspectiva
global,
lejos de ser perseguida por la multiplicidad de las perspectivas particulares,
es requerida
por ellas.
Algunos
procesos de complejización de campos de investigación disciplinaria recurren a
disciplinas
muy diversas al mismo tiempo que a la policompetencia del investigador. Uno de
los
casos más
llamativos es el de la prehistoria, cuyo objeto, a partir de los
descubrimientos de
Leakey en
África austral (1959), ha sido la hominización, proceso, no solamente anatómico
y
técnico,
sino también ecológico (el reemplazo del bosque por la sabana), genético,
etológico
(concerniente
al comportamiento), psicosociológico, mitológico (rastros de lo que puede
constituir
un culto a los muertos y creencias en el más allá). El prehistoriador de hoy
(que se
consagra
a la hominización) se refiere por una parte a la etología de los primates
superiores
para
tratar de concebir como se pudo haber hecho el pasaje de una sociedad primática
avanzada
a las sociedades hominianas, y por la otra parte a las sociedades arcaicas,
punto de
llegada
de ese proceso, estudiadas por la antropología. La prehistoria recurre de más
en más a
técnicas
muy diversas en particular para la datación de las osamentas y los utensilios,
el
análisis
del clima, de la fauna y de la flora, etc.. Asociando esas diversas disciplinas
a su
investigación,
el prehistoriador deviene policompetente, y cuando Coppens, por ejemplo,
presenta
el balance de su trabajo, resulta una obra que trata de las múltiples
dimensiones de la
aventura
humana. La prehistoria es hoy una ciencia policompetente y polidisciplinaria.
Este
ejemplo
muestra qué es la constitución de un objeto a la vez ínter, poli y
transdisciplinario que
permite
crear el intercambio, la cooperación, la policompetencia.
LOS ESQUEMAS COGNITIVOS
REORGANIZADORES
Del mismo
modo, la ciencia ecológica se ha constituido sobre un objeto y un proyecto poli
e
interdisciplinario a partir del momento donde no solamente el concepto de nicho
ecológico,
sino el
de ecosistema (unión de un biotipo y de una biocenosis) ha sido creado (Tansley
1935),
es decir,
a partir del momento donde un concepto organizador de carácter sistémico ha
permitido
articular los conocimientos más diversos (geográficos, geológicos,
bacteriológicos,
zoológicos
y botánicos). La ciencia ecológica ha podido no solamente utilizar los
servicios de
diferentes
disciplinas, sino también crear científicos policompetentes teniendo además la
competencia
de los problemas fundamentales de este tipo de organización.
El
ejemplo de la hominización y la del ecosistema muestran que, en la historia de
las
ciencias,
hay rupturas de encierros disciplinarios, de sobrepasamiento o transformaciones
de
disciplinas
por la constitución de un nuevo esquema cognitivo, lo que Hanson llamaba la
retroducción. El ejemplo de la
biología molecular muestra que esos sobrepasamientos y
transformaciones
pueden efectuarse por la invención de hipótesis explicativas nuevas, lo que
Pierce
llamaba la abducción. La
conjunción de nuevas hipótesis y del nuevo esquema cognitivo
permiten
articulaciones, organizativas o estructurales, entre disciplinas separadas y
permiten
concebir
la unidad de lo que estaba hasta entonces separado.
Así es en
lo que hace al cosmos, que era presa de disciplinas parcelarias, y regresa
triunfalmente
después del desarrollo de la astrofísica, después de las observaciones de
Hubble
sobre la
dispersión de las galaxias en 1930, el descubrimiento de las irradiaciones
isotrópicas
en 1965,
y la integración de los conocimientos microfísicos de laboratorio para concebir
la
formación
de la materia y la vida de los astros. Desde entonces la astrofísica no es más
sólo
una
ciencia nacida de una unión cada vez más fuerte entre física, macrofísica y
astronomía de
observación;
es también una ciencia que ha hecho emerger de ella misma un esquema
cognitivo
cosmológico: aquel que permite religar entre ellos conocimientos disciplinarios
muy
diversos
para considerar nuestro universo y su historia, y de golpe introduce en la
ciencia
(renovando
el interés filosófico de ese problema clave) lo que parecía hasta ese momento
surgir
solamente de la especulación filosófica.
Hay, en
fin, casos de hibridación extremadamente fecundos; puede ser que uno de los
momentos
más importantes en la historia científica hayan sido los encuentros que
operaron en
plena
guerra en los años ´40, y después en los años cincuenta, entre ingenieros y
matemáticos;
ellos
hicieron confluir los trabajos matemáticos inaugurados por Church y Turing y
las
investigaciones
técnicas para crear máquinas autogobernadas, las cuales han conducido a la
formación
de lo que Wiener ha llamado la cibernética, integrando la teoría de la
información
concebida,
en el marco de la compañía Bell de teléfonos, por Shanon y Weaver. Un verdadero
nudo
gordiano de conocimientos formales y de conocimientos prácticos se formaron,
entonces,
en los
márgenes entre las ciencias y en los márgenes entre ciencia e ingeniería. Ese
cuerpo de
ideas y
de conocimientos nuevos se ha desarrollado para crear el reino nuevo de la
informática
y de la
inteligencia artificial. Su irradiación se ha difundido sobre todas las
ciencias, naturales y
sociales.
Von Neuman y Wiener son los ejemplos típicos de la fecundidad de los espíritus
policompetentes
cuyas aptitudes podían aplicarse a prácticas diversas y a la teoría
fundamental.
EL MÁS ALLÁ DE LAS
DISCIPLINAS
Estos
ejemplos, rápidos, fragmentarios, recortados, dispersos, quieren insistir sobre
la
sorprendente
variedad de las circunstancias que hacen progresar las ciencias rompiendo el
aislamiento
de las disciplinas, sea por la circulación de los conceptos o de los esquemas
cognitivos,
sea por las usurpaciones y las interferencias, sea por las complejizaciones de
disciplinas
en campos policompetentes, sea por la emergencia de nuevos esquemas cognitivos
y de
nuevas hipótesis explicativas, sea, en fin, por la constitución de concepciones
organizativas
que permiten articular los dominios disciplinarios en un sistema teórico común.
Hoy, hace
falta tomar conciencia de este aspecto que es el menos esclarecido en la
historia
oficial de las ciencias y que es un poco como la cara oscura de la luna. Las
disciplinas
están
plenamente justificadas intelectualmente a condición de que ellas guarden un campo
de
visión
que reconozca y conciba la existencia de las relaciones y solidaridades. Más
aún, ellas
no están
plenamente justificadas a menos que ellas no oculten las realidades globales.
Por
ejemplo,
la noción de hombre se encuentra fragmentada entre diferentes disciplinas
biológicas
y todas
las disciplinas de las ciencias humanas: el psiquismo está estudiado de un
costado, el
cerebro
de otro, el organismo de un tercero, los genes, la cultura, etc.: se trata
efectivamente
de
aspectos múltiples de una realidad compleja, pero que no toman sentido si no
son religados
a esta
realidad en lugar de ignorarla. Uno no puede, ciertamente, crear una ciencia
unitaria del
hombre,
que en sí disolvería la multiplicidad compleja de lo que es humano. Lo
importante es
no
olvidarse de que el hombre existe y no es una ilusión naïf de humanistas precientíficos. Se
llegaría
si no a un absurdo (en realidad ya hemos llegado allí en ciertos sectores de las
ciencias
humanas
donde la inexistencia del hombre ha sido decretada puesto que este bípedo no
entra
en las
categorías disciplinarias).
Otra
consciencia, aquella a la cual Piaget llamaba el círculo de las ciencias que
establece
la
interdependencia de facto de las diversas ciencias, es igualmente necesaria.
Las ciencias
humanas
tratan del hombre, pero éste es no solamente un ser psíquico y cultural, sino
también
un ser
biológico, y las ciencias humanas están de cierta manera enraizadas en las
ciencias
biológicas,
las cuales están enraizadas en las ciencias físicas, ninguna de ellas,
evidentemente,
reductibles
la una a la otra. Sin embargo, las ciencias físicas no son el pedestal último y
primitivo
sobre el que se edifican todas las otras; estas ciencias físicas, por
fundamentales que
sean, son
también ciencias humanas en el sentido que aparecen dentro de una historia
humana y
de una sociedad humana. La elaboración del concepto de energía es inseparable
de
la
tecnificación e industrialización de las sociedades occidentales en el siglo
XIX. Por lo cual, en
un
sentido, todo es físico, pero al mismo tiempo, todo es humano. El gran problema
es,
entonces,
encontrar la difícil vía de la entre articulación entre las ciencias que tienen
cada una,
no sólo
su propio lenguaje, sino conceptos fundamentales que no pueden pasar de una
lengua
a la
otra.
EL PROBLEMA DEL PARADIGMA
En fin,
se debe ser consciente del "Problema del Paradigma". Un paradigma
rige sobre los
espíritus
porque instituye los conceptos soberanos y su relación lógica (disyunción,
conjunción,
implicación,
etc.) que gobiernan de un modo oculto las concepciones y las teorías
científicas se
efectúan
bajo su imperio. Por lo tanto, hoy emerge, de un modo esparcido, un paradigma
cognitivo
que comienza a poder establecer los puentes entre las ciencias y las
disciplinas no
comunicantes.
En efecto, el reino del Paradigma del Orden por exclusión del desorden (que
expresaba
la concepción determinista-mecanicista del Universo) se ha fisurado en muchos
lugares.
En diferentes áreas, la noción de orden y la noción de desorden demandan, cada
vez
más
apremiadamente, a pesar de las dificultades lógicas que ello plantea, a ser
concebidas de
forma
complementaria y no más solamente antagonista: la relación ha aparecido sobre
el plano
teórico
en Von Neuman (teoría de autómatas auto-reproductores) y von Förster (order from
noisei); ellas se han impuesto
en la termodinámica de Prigogine mostrando que los fenómenos
de
organización aparecen en condiciones de turbulencia; ella se implanta bajo el
nombre de
caos en
meteorología, y la idea de caos organizador ha devenido físicamente central al
partir
de los
trabajos de David Ruelle. Así, de diferentes horizontes, llega la idea de que
orden,
desorden
y organización deben ser pensados juntos. La misión de la ciencia no es más el
perseguir
el desorden de sus teorías, sino de tratarlas. No se trata más de disolver la
idea de
organización,
sino de concebirla e introducirla para federar las disciplinas parcelarias. He
aquí
porqué un
nuevo paradigma está, puede estar, en tren de nacer...
LA PERESTROIKA CIENTÍFICA
Volvamos
sobre los términos de interdisciplinariedad, de multi o polidisciplinariedad y
de
transdisciplinariedad
que no han sido definidos porque son polisémicos y etéreos. Por ejemplo,
la
interdisciplinariedad puede significar pura y simplemente que diferentes
disciplinas se sientan
en una
misma mesa, en una misma asamblea, como las diferentes naciones se reúnen en la
ONU sin
poder hacer otra cosa que afirmar cada una sus propios derechos nacionales y
sus
propias
soberanías en relación a las usurpaciones del vecino. Pero interdisciplinariedad
puede
también
querer decir intercambio y cooperación, lo que hace que la
interdisciplinariedad puede
devenir
en alguna cosa orgánica. La polidisciplinariedad constituye una asociación de
disciplinas
en virtud de un proyecto o de un objeto que le es común; mientras que las
disciplinas
son llamadas como técnicas especializadas para resolver tal o cual problema, en
otros
momentos, por el contrario, están en profunda interacción para tratar de
concebir este
objeto y
este proyecto, como en el ejemplo de la hominización. En lo que concierne a la
transdisciplinariedad,
se trata a menudo de esquemas cognitivos que pueden atravesar las
disciplinas,
a veces con una virulencia tal que las coloca en dificultades. De hecho, son
complejas
cuestiones de ínter, de poli, y de transdisciplinariedad que han operado y han
jugado
un rol
fecundo en la historia de las ciencias; se debe retener las nociones claras que
están
implicadas
en ellas, es decir, la cooperación, y mejor, articulación, objeto común y
mejor,
proyecto común.
En fin,
no es sólo la idea de ínter y de transdisciplinariedad lo que es importante.
Debemos
"ecologizar" las disciplinas, es decir, tomar en cuenta todo lo que
es contextual
comprendiendo
las condiciones culturales y sociales, es decir, ver en que medio ellas nacen,
plantean
el problema, se esclerosan, se metamorfosean. Es necesario también lo
metadisciplinario,
el término "meta" significando superar y conservar. No se puede
quebrar
aquello
que ha sido creado por las disciplinas; no se pude quebrar todo encierro, hay
en ello el
problema
de la disciplina, el problema de la ciencia como el problema de la vida: es
necesario
que una
disciplina sea a la vez abierta y cerrada.
En
conclusión, para qué servirían todos los saberes parcelarios sino para ser
confrontados
para formar una configuración respondiendo a nuestras demandas, a nuestras
necesidades
y a nuestros interrogantes cognitivos.
Hace
falta pensar también que aquello que está más allá de la disciplina es
necesario
para la
disciplina, para que ella no sea automatizada y finalmente esterilizada, lo que
nos
reenvía a
un imperativo cognitivo formulado ya hace tres siglos por Blas Pascal,
justificando las
disciplinas
mientras tenía un punto de vista metadisciplinario: "siendo todas las
cosas causadas
y
causantes, ayudadas y ayudantes, mediatas e inmediatas, y todas entreteniéndose
por un
lazo
natural e insensible que liga las más lejanas y las más diferentes, yo
considero imposible
conocer
las partes sin conocer el todo, tanto como conocer el todo sin conocer
particularmente
las
partes".
Él
invitaba, de cierto modo, a un conocimiento en movimiento, a un conocimiento en
una
nave que
progresa yendo de las partes al todo y del todo a las partes lo que es nuestra
ambición
común.
El orden por el ruido (N. del
T.).
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